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Ermita de Ntra. Sra. de Manjavacas

En el siglo XIII, Manjavacas era un lugar relevante de la zona. Por causas de salubridad, sus vecinos se fueron trasladando paulatinamente a las localidades próximas, y en su gran mayoría se dirigieron a La Mota.

A finales del siglo XV Manjavacas era un despoblado dependiente de Mota y de la Encomienda de la Torre de Vejezate, en el que no quedaba vecino alguno. No obstante, se mantenía el portazgo que tenía dicha Encomienda y dos ermitas: San Pedro y Santa María la Vieja o también llamada Nuestra Señora de la Antigua, de menor importancia.

En 1498, los visitadores de la Orden de Santiago describen la ermita de San Pedro y recuerdan que “tiene una bula de perdones que se ganó de los cardenales de Roma para los que hicieren limosna para la dicha hermita e por devoción los vecinos e ciertos lugares comarcanos vienen a la dicha hermita a algunas fiestas donde se hacen mandas y limosnas”.
Ambas ermitas seguían en pie en 1537, y sabemos que en la de Nuestra Señora de la Antigua había una imagen de la Virgen, metida en un tabernáculo. En esta fecha se manda a los mayordomos de las dos ermitas que hagan ciertas reparaciones.

Ermita de ManjavacasPero la Ermita actual de Manjavacas, no se corresponde con aquellas de antaño. Se construyó posiblemente a principios del siglo XVII, en la Carretera de las Mesas, y a siete kilómetros exactos de Mota, en un pequeño promontorio, donde convergen los caminos Senda de Santa María y Carril de los Valencianos. El Papa Paulo V concedió una Bula a esta nueva ermita el 9 de enero de 1612. Puede considerarse que en esta Ermita “moderna” se aunaron los fervores de los que gozaban las dos anteriores ubicadas en Manjavacas (la Bula de perdones y la imagen de Nuestra Señora de la Antigua).

En las Relaciones de Felipe II (1575) se mencionan las ermitas de San Pedro y la de Nuestra Señora de Manjavacas, pero sin duda se refería a las ya existentes, cuyo origen podría remontarse incluso al siglo XIII o XIV.

En 1663 se constituye una Cofradía bajo la advocación de Nuestra Señora en el misterio de la Anunciación. En sus Constituciones, recuerdan la veneración que se tenía a la Santísima Imagen de la Antigua en la villa de Manjavacas antes de su traslado a La Mota. A través de las cuentas de la dicha Hermandad se sabe que en 1763 se colocó el retablo y en 1770 se iniciaron algunas obras de restauración en la ermita.

Es un edificio típico del Neoclásico. La planta es de cruz latina, con brazos muy cortos, ábside cuadrado y coro elevado a los pies. Está cubierta con bóveda de cañón con fajones y lunetos en nave, ábside y brazos. El crucero se cubre con cúpula de media naranja sobre pechinas decoradas con medallones que representan a los Evangelistas. Tiene decoración barroca en el tambor, cúpula, intradós de los fajones y pilastras adosadas. Altares en ábside y brazos. Tras el cabecero se encuentra el camarín de la Virgen cubierto con cúpula de media naranja rebajada sobre pechinas.

Dos portadas nobles y sencillas en la parte central de los muros del mediodía y del norte. La puerta norte está precedida por pórtico cubierto practicado por tres arcos de piedra. En la puerta sur tiene otro pórtico más rudimentario de seis arcos, cinco de frente y uno de acceso.

En su interior destacan tres altares realizados por Santiago Lara, que hizo la decoración y restauración de toda la Iglesia en 1942, con filetes dorados en la moldura de la cornisa, cercos y colgantes pendientes de cabezas aladas en los fustes de las pilastras.
El altar mayor es de líneas neoclásicas con hornacina central para la imagen de la Virgen, con vidriera al fondo, practicable hacia el camarín. Ático de arco rebajado con relieve de la Asunción. La primitiva imagen de Nuestra Señora de Manjavacas fue destruida durante la guerra civil española. La actual es de buena talla, de 165 cm. de altura, con el niño sentado en la mano izquierda, y se trajo de Valencia en 1940.

En 1968 se realizaron las últimas obras de restauración en la ermita. Se hicieron mejoras en el altar, la pintura y el decorado interior de la ermita.

Las fiestas patronales o la “Traída y la Llevada de la Virgen” están declaradas de Interés Turístico desde 1977. La tradición consiste en traer a la Virgen en hombros y corriendo desde la Ermita a la villa (7 kms.) el primer domingo de agosto, para volverla a llevar del mismo modo dos semanas después.

 

 

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