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Patrimonio Arquitectónico Religioso
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Fuera del casco urbano y a un kilómetro de distancia siguiendo por la Carretera de Los Hinojosos, encontramos la desviación que nos lleva a la Ermita del Valle.
En las Relaciones de Felipe II (1575) esta Ermita se menciona, junto con otras cinco, como una de las señaladas del lugar. En 1603 los visitadores de la Orden de Santiago nos describen la Ermita de esta manera: “Visitaron la hermita que está como un quarto de la dicha villa camino de Villamayor, entre unas quebradas, y está la dicha hermita debajo de tierra, el uno de los cuerpos della, es pequeña. Y tiene la imagen de Ntra. Sra., de bulto, con un Niño Jesús en los brazos, en un tabernáculo dorado todo y el altar y testero de azulejos, y a un lado tiene una capillita y a otro un cajón con los ornamentos y antes de la entrada un portalico”.
La Ermita del Valle guarda una estrecha relación con los cantareros. El barro utilizado por ellos siempre se ha extraído de los barreros del Valle y de la casa de las Burracas, situados muy cerca de la ermita, a unos 2 kms. del pueblo. Según la tradición la Virgen se apareció a un cantarero mientras picaba en el barrero y San Agustín acudió para saciar su sed. De esta manera se convirtieron en los patrones de los cantareros y del Barrio de las Cantarerías.
En 1675, según las Constituciones de la Cofradía de la Virgen del Valle, se exigía la condición de ser cantarero (incluso también los padres) para poder ser Alcalde o Mayordomo de la Cofradía. En este mismo año fue concedida Bula por el Papa Paulo V en la que concede indulgencias por visitar la Ermita del Valle.
Era costumbre que hubiera un postulante en la ermita que recogiera las ofrendas que hacían los fieles a la Virgen, y a finales del siglo XIX, la Corporación municipal decidió nombrar para tal concepto a Santiago López Villaescusa, para lo cual habitaría constantemente en la ermita.
En los años noventa se realizaron algunas obras de restauración: cambio de las cubiertas, limpieza de la piedra de las fachadas, dejando todo el exterior sin enlucir. También se construyeron acerados alrededor de la ermita.
Recientemente se han restaurado dos óleos de esta ermita, que representan el Milagro de la lactancia de San Bernardo (S. XVIII), y un Calvario, obra de Juan de la Fuente (S. XVII).
Las fiestas en honor de San Agustín y Nuestra Señora del Valle, se celebran a finales de agosto, coincidiendo con el día de San Agustín. Se inician con la traída a la carrera de las imágenes de la Virgen y San Agustín desde la Ermita del Valle a la Ermita de San Sebastián, para volverlos a llevar del mismo modo pasados quince días.